Si nos preguntan sobre los mejores profesores que tuvimos en nuestra etapa estudiantil, es probable que los que nos vengan primero a la memoria tengan un elemento común: más allá de la capacidad de enseñar y motivar a los estudiantes, los docentes con mejores competencias sociales y emocionales suelen ser los que recordamos con más afecto. Acordarnos con cariño de un profesor o una profesora acostumbra a ser, también, sinónimo de haber aprendido y crecido en sus clases.
La empatía es una de las competencias emocionales más importantes en el aula. No solo supone la capacidad de entender el punto de vista de otra persona: también implica una comprensión y apreciación profunda de sus experiencias, pensamientos o emociones y una respuesta reflexiva y sensible ante ellos.
Es decir, no solo hay que sentirla: además hay que expresarla. ¿Cómo podemos conseguirlo?
Mensajes empáticos en el aula
Existen tres tipos de mensajes que transmiten empatía: emocionales, valorativos y contextuales.
Los mensajes de empatía emocional expresan comprensión por lo que sienten los estudiantes. Están dirigidos a minimizar el miedo al fracaso y muestran optimismo, esperanza y apoyo emocional. Por ejemplo: “No tengas miedo, te lo explicaré paso a paso”.
Mensajes como “Aquí no hay nadie que no pueda sacar buenas notas” ejemplifican un mensaje de empatía valorativa. Refuerzan la confianza puesta por el docente en la capacidad de un estudiante para alcanzar un objetivo.
Por último, los mensajes de empatía contextual están basados en la experiencia del profesorado. Así, “¿Tienes un examen ahora? Entonces lo dejamos aquí” refleja la comprensión y el conocimiento que tienen los docentes de los acontecimientos que viven sus estudiantes.
Cómo usar los mensajes en un aula conflictiva
Los tres tipos de mensajes fomentan las relaciones positivas y una enseñanza de calidad. Sin embargo, los docentes no siempre están motivados para mostrar empatía. Esta no es automática, se trata de una elección que requiere esfuerzo emocional.
En ocasiones, el ambiente tenso o caótico del aula o la incapacidad de seguir una tarea programada se traduce en frustración y dificulta la capacidad de sintonizar con el alumnado. Priorizar en lo posible el bienestar del estudiante al contenido, reducir la carga de trabajo del docente y tener formación específica en el uso de mensajes puede activar la utilización de mensajes empáticos.
Por ejemplo, después de una discusión o ante un ambiente tenso en el aula, el docente puede normalizar las emociones negativas diciendo: “Sé que ha sido una situación difícil para todos y es normal sentirse así” o “Todos estamos tensos, vamos a hacer algunas respiraciones profundas”. Si un estudiante se siente frustrado, el profesor también puede acompañarlo emocionalmente: “Entiendo que estés enfadado o frustrado, pero estoy aquí para ayudarte”, siempre de forma calmada y sin restar importancia a las emociones del alumnado.
Cuanto más numerosa la clase, más mensajes emocionales
En un estudio reciente hemos analizado el uso que hacen los docentes de secundaria de los distintos tipos de mensajes de empatía a través de grabaciones de audio de las clases. Además, examinamos su relación con el número de estudiantes por clase, el entusiasmo del profesor o profesora y el rendimiento académico de los estudiantes.
Los resultados indican que el tipo de mensaje empático más utilizado por los docentes es el emocional. Esto es así para transmitir su comprensión hacia el alumnado, reducir el miedo al fracaso y fomentar un clima de confianza y apoyo.
Además, profesores y profesoras transmiten más mensajes de empatía emocional en las clases más numerosas. La heterogeneidad y la diversidad de estas clases supone un gran reto. Gestionarlas es más difícil porque hay más estudiantes que necesitan apoyo emocional y comprensión. En estos casos, los enseñantes se adaptan a la clase que tienen y utilizan más mensajes emocionales para lograr precisamente un mayor control emocional. Es una excelente forma de prevenir conflictos, reducir la ansiedad y mejorar la participación del alumnado.
Entusiasmo y empatía: ¿están relacionados?
Aunque intuitivamente podría esperarse que los profesores más entusiastas usan más mensajes de empatía, los resultados muestran lo contrario. A medida que el entusiasmo del docente aumenta durante el curso, disminuye el uso de mensajes de empatía emocional.
¿Por qué sucede esto? Muchos profesores transmiten emociones positivas y sus estudiantes se contagian de ese “buen rollo”. Hay docentes que tienen un estilo de enseñanza proactivo, se anticipan a los problemas y generan ambientes muy favorables; por eso no utilizan muchos mensajes de empatía emocional.
Al contrario, profesionales menos entusiastas intentan compensarlo comunicándose de forma más empática con el alumnado para mantener un ambiente positivo. Se enfrentan a conflictos o a estudiantes con muchas necesidades, lo que les llevaría a utilizar más mensajes emocionales.
Conocer esta relación permite entender cómo las emociones de quienes están al frente del aula influyen en la forma de comunicarse y cómo esta, a su vez, impacta sobre el aprendizaje y el bienestar de los estudiantes.
En ocasiones, los mensajes de empatía se modifican según las necesidades académicas del alumnado, y disminuyen a medida que alcanza niveles de rendimiento más altos, pues la utilización de mensajes empáticos no se percibe como necesaria cuando obtiene buenas notas.
Escuchar y entender a los estudiantes
Ponerse en el lugar del otro no es tarea fácil. Se necesita un cierto esfuerzo para saber y comprender lo que piensan, sienten y necesitan los aprendices. Pero basta con mostrar el deseo o la intención con frases sencillas (¿Qué necesitan?, ¿Qué les preocupa?, ¿Va todo bien?) para mejorar la relación con ellos y el rendimiento académico. Tomar conciencia del propio estilo comunicativo y utilizar los tres tipos de mensajes empáticos desde el comienzo de curso ayudan también a construir un clima emocional positivo.
La idea es mantener siempre abierto un canal de comunicación. Iniciar las clases preguntándoles por sus necesidades y sus sentimientos, proponerse utilizar uno o dos mensajes emocionales en cada clase o grabar las sesiones para detectar los mensajes empáticos mejorará tanto el bienestar como los resultados académicos de los estudiantes. La clave para generar confianza es que el alumnado note que se le tiene en cuenta y sus emociones son validadas de forma sincera.
Fuente: Juan Luis Núñez, Elisa Santana Monagas y Jaime Leon / theconversation.com